Para el que me conoce mínimamente, es de esperar que me desvanezca de la verguenza al publicar algo como esto. Más cuando estaba tan nerviosa y obvio que ni canté tan bien.
en toda esta vorágine de rodajes, preocupaciones, fletes y demás, recién hoy me cae la ficha de que es la última vez que mi cuarto se va a ver de esta forma.
así, como sin querer, de repente me percaté de todo.
es difícil escribir entre lágrimas. porque sí, obvio. estoy llorando en secreto.
es mi forma más sincera de despedirme de las cosas.
- Probabilidades de aparecer en un comercial.
- La vida freelance.
- Tener que ir a Edesur para ponerle luz al que se convertirá en mi próximo hogar.
- Pagar expensas.
- Estar muy agradecida de haber invertido en una cama de dos plazas.
"La mujer habita la cultura patriarcal en tanto que significante para un otro masculino, aprisionada por un orden simbólico en el que el hombre puede dar rienda suelta a sus fantasías y obsesiones a través de órdenes lingüísticas que impone sobre la silenciosa imagen de la mujer, que permanece encadenada en su lugar como portadora de sentido, no como productora del mismo"
Bueno, según los astros tengo algunos problemitas a solucionar.
Digamos que dentro mío conviven ciertas energías bastante contradictorias y complicadas. Estoy hecha de una zarpada hipersensibilidad, contenida en un masacote de rigidez, ambas constantemente invadidas por una cuota de agresión y ganas de aplastar el mundo.
A todo esto, parece que soy una chispa de creatividad. Represento todo aquello que aún no se inventó.Y que mi función en el mundo tiene que ver con eso.
Con todo esto que estuve pensando, de que nos podemos morir en cualquier momento y que no me gustaría que la mayor parte de mi vida se malgaste en sufrir, creo que el efecto que estoy obteniendo es contraproducente.
Lo cierto es que tengo muy claro qué es lo que quiero.
Tengo esta imagen mía. Como un cuadro de mi futuro. Es tan privado y perfecto que no me dan ganas de escribirlo. Pero la cuestión es que existe, está ahí, arraigado a mi cerebro. Y me da miedo.
Tengo una relación extraña con la soledad. Digamos que es como una especie de pariente con quien no tengo mucha afinidad, pero aún así, sabemos convivir. Compartimos momentos. Y nos conocemos mucho.
La verdad es que ya volvió hace bastante tiempo por estos pagos. Un año casi.
Al principio yo estaba negada a recibirla. No quería, no quería, no quería. Y es que a veces el amor te confunde y realmente te confiás en que va a durar para siempre. Y te creés capaz de todo.
Yo me reí de la soledad. Le escupí en la cara. Ella paciente, soportó mis maltratos. Me miró con parsimonia desde su rincón y esperó.
Lo que pasa es que sabía que en algún momento iba a volver. Que yo iba a tener que recibirla de vuelta, mientras me mordía la lengua por no pedirle disculpas.
Quizás estoy pasando por una de esas épocas de crudeza. Después de que siento el miedo, me llegan estos momentos. De claridad. Y dolor. Pero claridad sobre todo.
Creo que compartí tres años de mi vida con una persona que creí conocer más de lo que realmente conozco. Por alguna razón me engañé un poco. Y no es que esté haciendo un juicio de valor, ni mucho menos. De hecho me hace bien darme cuenta de que entiendo menos de lo que creo entender.
Mi forma de amar es sincera. Es apasionada, entera, cálida. Hermosa y agobiante. Dolorosa. Transparente. El día que amo, no hay dudas. Se siente por todos lados. Ocupa todo el espacio y todo el tiempo.
Y de repente hoy me puse a pensar. Fui ingenua. Durante todos estos años estuve intentando sentir eso mismo. Pensé que quien me acompañaba era como yo. Error.
No era así. Nunca fue así.
Cuanto ego de mi parte. ¿Por qué esa idea de que hay una forma de amar? Ilusa. Inexperta.
Me hundí en el mar de la histeria, de las dudas. De las idas y de las vueltas. Me desgasté en su tibieza. Esperé, en vano, la llegada del amor abrasador.
Confundí complejidad con sensibilidad. Confusión con sentimiento. Gasté mi energía admirando un misterio ficticio.
No hay profundo en la superficialidad de un laberinto.
Lo complejo es simplificar.
Qué bueno es darme cuenta que todavía no agoté nada. Alivio. Mil formas de amar me esperan. Guardo esta como una más.
Fin de la nota:
Me gusta ir sola al cine. Lo voy a hacer más seguido.
Siempre me pasó. No me siento protagonista ni de mi propia vida.
Tengo la sensación de que llegué tarde. Y que el rol principal ya lo consiguió otro.
Es fuerte lo sobreanalizada que estoy, porque ya entiendo cual es el funcionamiento. La cuestión del Edipo, bla bla bla. Ya lo se Mónica, creo que entendí por donde viene la mano.
Me está pasando que no me siento bien, pero creo que estoy empezando a quererme. De hecho, creo que estoy empezando a aceptarme bastante. Se que tengo mis momentos de diva, de sentirme en el podio, en el centro del estrellato. Pero siempre fue a lo Norma Desmond. Funciona de esa forma.
Esta vez creo que es diferente.
Soy parte del montón. Pienso que todos tenemos ese ingrediente único, muy particular. Me parece que estoy empezando a reconocer el mío. Digo, siempre fue mutando. El sabor varía según la agrupación de condimentos. Pero de a poco veo ese factor, esa sensación, aroma particular.
No lo se. Quizás es un primer gran paso. Después de renunciar al trabajo, separarme y estar en uno de los momentos más inciertos de mi vida, me estoy sorprendiendo a mi misma por mi capacidad de seguir bien.
Hace cuatro días que duermo de corrido, tengo hambre, puedo leer y ver una película durante media hora sin desconcentrarme. Hasta fui a una fiesta y me pude divertir bocha.
Y lo dejo asentado. Soy consciente de mis inconstancias emocionales. En el próximo mar de lágrimas y desesperación quizás leo esto y me siento mejor.
Creo que estoy dispuesta a deshilar los eventos de mi vida. Deshilarme a mí misma. Apropiarme de todo y comenzar a escribir ese rol protagónico que siempre anhelé.
Por suerte cuando releo todo me río. Este es un post de autoayuda, y sí, es patético. Pero me hago cargo.
Hoy empieza abril.Es un domingo de sol y decidí que me cansé de todo.
Que el amor brote por todos lados.
Y que la persona que se case conmigo, entienda que se tiene que levantar un domingo como éste, armar un desayuno con jugo de naranja, agarrar la guitarra y despertarme cantando así :
J. está sentada en un banco. Lleva puestos unos auriculares grandes y coloridos. Golpea suavemente el pie al ritmo de la canción:
Observa atentamente a la gente que la rodea. Al lado suyo un hombre devora un sanguche de salame. Dos chicas paradas enfrente suyo hablan y gesticulan exageradamente. J. se queda mirándolas un instante. Luego desvía la mirada hacia un televisor que cuelga por encima de su cabeza. Un conductor sentado detrás de un escritorio, vestido con traje plateado y sornisa tensa, habla mirando hacia la cámara. Unos subtítulos traducen lo que dice. El hombre sostiene una caja negra con la cara de Marta Minujín en la tapa.
CONDUCTOR Estamos muy contentos de presentar la nueva caja de chocolates de Marta Minujín. Marta es amiga de la casa y como verán cedió sus derechos para que podamos lanzar éste nuevo y encantador producto! Si abren la caja, dentro de la misma podrán encontrar unos deliciosos bombones a los que bautizamos Las Minujinas, ya que llevan la forma de cara de Marta! No se pueden perder de éste espectacular lanzamiento que tanto nosotros como Marta estamos muy contentos de poder acercarles!
J. lanza una carcajada sonora. El CONDUCTOR sigue sosteniendo la caja frente a cámara sin dejar de sonreír, sus mejillas están cada vez más tensas. Llega el subte. J. se sigue riendo muy fuerte. El tren frena haciendo ruido. J. se empieza a secar las lágrimas generadas por su risa estruenodsa y se sube. El mp3 cambia de canción.
"El ideal del hombre medio occidental (...) es el de una mujer que acepte libremente su hegemonía, que no se acoja de una vez a sus ideas sin discutirlas, pero que termine por acceder a ellas, esto es, que se le resista con cierta inteligencia para dejarse convencer al final.
La mujer está realmente reducida a cosa por la condición de inferioridad a la que muchos la obligan. "Inferioridad" evidente, aún cuando la mujer de hoy trabaje, maneje el automóvil, desempeñe tareas de importancia en las oficinas públicas y privadas o sea capitán de industria"
Es decir, el 8 de Marzo no se festeja. Simplemente se recuerda lo que ya no queremos ser.