Un dandy en ruinas.

Alguno de los beneficios de pasar las mañanas rodeada de libros es que de repente caen en mis manos pequeñas joyitas de varios cientos de pesos que jamás tendría en mi haber (al menos en este momento de aprendizaje de administración de mi independencia) si no fuera por habitar este espacio.

La cuestión es que una de las últimas reliquias que sostuve fue el gran libraco sobre fragmentos y dibujos del amigo inolvidable Baudelaire, escritos y bocetados poco antes de morir, cuando ya estaba enfermo y hundido en la miseria.

En la magia de lo cotidiano, hace un tiempo que me viene sucediendo que, aún sin buscarlas, abro las páginas que necesito leer. Y siendo que, como ya repetidas veces dije, no descifro muy bien el fin por el cual uso este espacio (internet y sus derivados no son de las cosas que más me resultan en la vida), comprendí lo beneficioso de democratizar estos apuntes.

Será por lo desgarrador de la imagen de un hombre incomprendido en ruinas. Por lo fascinante de la aventura cotidiana de leer lo que se me antoja. Por simple azar o por los astros que se alinean, no lo sé. Pero lo leo al Señor Charles, y se me mueve un nosequé.

Y quizás sea porque el mundo es muy injusto. Porque la realidad (a veces) apesta. Y porque está bueno saber que uno está tan solo como todos los demás.

Miedo siento por lo que me espera. Temor por estancarme, perderme, caerme, sufrir, abandonarme, engañarme. Muchas cosas son las que no entiendo todavía.

Mientras tanto agradezco a este niño/poeta, dandy en decadencia, por acompañarme en mi cruzada de sobrevivir un poco y por darle a mis mañanas bastante más sentido.

apunto a un descanso absoluto y a una noche continua. poeta de la demente voluptuosidad del vino y del opio, sólo tengo sed de un licor desconocido sobre la tierra que ni siquiera la farmacia celeste podría darme - un licor que no contenga ni la vida, ni la muerte, ni la excitación, ni la nada- no saber nada, no enseñar nada, dormir y dormir, todavía, tal es hoy mi único deseo. deseo infame y repugnante, pero sincero.


soy desmedido, amo la orgía y le agrego el condimento de la ironía.

ser un hombre útil siempre me ha resultado repugnante.




Yo afirmo: la única y suprema voluptuosidad del amor consiste en la certeza de hacer el mal.

Ficciones II.

Completa, absoluta, irrevocable, definitiva, inexorable, inapelable y resueltamente decidida.

Estoy donde tengo que estar. Hice lo que tenía que hacer. Me alejé de quien me tenía que alejar y tengo cerca a quienes deben estar cerca.

La soledad es una circunstancia necesaria para aquellos que deciden conocerse. Mirar hacia adentro.

Y en toda mi dependencia emocional, mi constante nostalgia, en todo mi amor infinito, abrasador e incondicional, se que engaño. Pero es absolutamente cierto. Así como doy sin reparos, soy intransigente en mis juicios. Y casi maquiavélica a la hora de obrar. Es inconsciente. 
Odioso para algunos, que me tiran del pelo cuando están en mi cama. No te espantes. Yo te quise, te quiero y te querré. Pero las cosas son más difíciles de lo que pensabas. Y ser frío a veces no sirve. Y alejarse sin hablar sólo resuelve un poco.

Aprendo mucho. Y soy la primera en destruirme si hace falta. Después todo vuelve y se reconstruye. Y ya nada es como antes.

Qué difícil debe ser no saber dejar atrás y aún así seguir adelante. Si fueras de plastilina te arreglaría, para que dejes de creer que el mundo es como vos lo ves. 

Igual ya no vale la pena. Soy ave fénix. Y sólo me queda un fragmento para ser ceniza.

Acopio II.

Sábado.

Ahora que vivo en Almagro y, digamos que, soy independiente (encontré un perfume de cuando tenía ocho años y lo estoy usando, no se si voy a dejar de ser niña alguna vez, pero bue, obviemos este dato). Me levanté sabiendo que tengo mucho que escribir. Me quedé remoloneando en la cama, mirando un poco de internet y escuchando algo de música.
Di mil vueltas para salir, y me pasé por el cajero, que para mi orgullo personal, llegó a fin de mes con un poco de plata adentro.

De premio decidí que me iba a ir a almorzar afuera y me acordé de un lugar a una cuadra de casa que se llama “El rincón orgánico”, donde se come muy sano y está decorado con sillones y cosas orientales que están tan en boga hoy en día. (De a poco voy descubriendo que habito un barrio de edificios, un poco oscuro, pero muy canchero y en la onda). En fin. La cosa es que dirigiéndome hacia este lugar, dispuesta a gastar 70 pesos en un almuerzo, me sentí muy fuerte y autosuficiente. Justo a media cuadra antes de llegar, escucho unas guitarras que me llaman la atención. Pienso que una banda está ensayando en algún lado y me enorgullezco por lo bien que suenan. De toque descubro que no, que nada que ver. La música viene de un auto que está siendo estacionado por un señor canoso con cara de feliz. Me quedo mirando el coche, porque creo que está buenísimo. No entiendo nada de autos y ni a palos podría decir la marca. Pero es lo suficientemente viejo, cuadrado y azul como para que me muera de ganas de alquilárselo y usarlo para la peli. Me decepciono mucho por no poder realizar mi deseo. La música me sigue llamando la atención, tengo mucha ganas de saber qué es. Paso por al lado del auto rápido. “Y qué?” pienso. “Qué es lo peor que me puede pasar? Ya fue, lo hago, ya fue.” me respondo. Entonces vuelvo unos pasos para atrás, me acerco a la ventanilla. Ya empezaba a sentir el calor que me subía desde el estómago. Obvio que mi cara estaba roja como un tomate. Qué más. La cuestión es que el señor canoso con cara de feliz se tomó el trabajo de bajar el volumen de la música (realmente estaba al palo) y me mostró el CD de la banda. Hasta tuvo la gentileza de contarme que lo había comprado en el Zivals de Corrientes y Callao. Que si iba ahí y buscaba “Chile” entre los países, seguro que lo podía encontrar. Después juntos intentamos darnos cuenta cual era la canción que sonaba en ese momento específico, porque él no se acordaba el nombre.

Nada, soy muy tímida. Una vez me quedé durante todo un bar mitzvá encerrada en un baño porque no conocía casi a nadie y me daba mucha vergüenza bailar. Es en serio. Para mí haber hablado con el señor desconocido canoso cara feliz y haber descubierto el nombre de la banda que toca la canción que me gustaba fue toda una odisea. Como lo logré, y ahora soy independiente autosuficiente y en mi cajero todavía hay un poco de plata, voy a disfrutar cada bocado de mi wok de pollo hipster combinado con limonada y jengibre.

Y me voy a hacer fan del equipo que sea de almagro y voy a tratar de aprender más sobre los autos viejos y sus marcas.


(la canción era esta y lo que me gusta más que nada es cómo empieza)

Welcome