Lo patético.

Siempre me pasó. No me siento protagonista ni de mi propia vida.

Tengo la sensación de que llegué tarde. Y que el rol principal ya lo consiguió otro.
Es fuerte lo sobreanalizada que estoy, porque ya entiendo cual es el funcionamiento. La cuestión del Edipo, bla bla bla. Ya lo se Mónica, creo que entendí por donde viene la mano.

Me está pasando que no me siento bien, pero creo que estoy empezando a quererme. De hecho, creo que estoy empezando a aceptarme bastante. Se que tengo mis momentos de diva, de sentirme en el podio, en el centro del estrellato. Pero siempre fue a lo Norma Desmond. Funciona de esa forma.

Esta vez creo que es diferente.

Soy parte del montón. Pienso que todos tenemos ese ingrediente único, muy particular. Me parece que estoy empezando a reconocer el mío. Digo, siempre fue mutando. El sabor varía según la agrupación de condimentos. Pero de a poco veo ese factor, esa sensación, aroma particular.

No lo se. Quizás es un primer gran paso. Después de renunciar al trabajo, separarme y estar en uno de los momentos más inciertos de mi vida, me estoy sorprendiendo a mi misma por mi capacidad de seguir bien.

Hace cuatro días que duermo de corrido, tengo hambre, puedo leer y ver una película durante media hora sin desconcentrarme. Hasta fui a una fiesta y me pude divertir bocha.

Y lo dejo asentado. Soy consciente de mis inconstancias emocionales. En el próximo mar de lágrimas y desesperación quizás leo esto y me siento mejor.

Creo que estoy dispuesta a deshilar los eventos de mi vida. Deshilarme a mí misma. Apropiarme de todo y comenzar a escribir ese rol protagónico que siempre anhelé.

Por suerte cuando releo todo me río. Este es un post de autoayuda, y sí, es patético. Pero me hago cargo.

Sea bienvenido quien quiera empezar a leer.


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