Barthes se definió a sí mismo como
un sujeto incierto: demasiado literario para los lingüistas que siempre lo consideraron un intruso; demasiado lingüista para los críticos literarios, que pocas veces llegaron a entenderlo. Quizá sea este el rasgo que lo ha convertido en uno de los pensadores y teóricos más influyentes de su campo.
Murió en 1980, atropellado por la camioneta de una lavandería.
"La violencia estúpida de las cosas" escribiría Foucault en su necrológica.
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